Lindo ¿no? Como biólogo, yo agregaría algo más: esos átomos de las estrellas comenzaron a asociarse y organizarse hasta transmitir información. Información cada vez más compleja, de la mera copia al metabolismo, a la información interna, a la información sobre el entorno, a la comunicación, a la cultura. Todo un cúmulo de algo absolutamente intangible (e inesperado), creciendo a partir de un juego encastre atómico. No sólo somos polvo de estrellas; somos un vehículo de una información que nos trasciende, que muta a cada momento, y que extiende lo que somos más allá de nuestra piel. De hecho, no conservamos ni uno solo de los átomos que tuvimos al nacer. En cierta forma, somos más información que átomos. Y eso, gente amiga, no deja nunca de asombrarme, desconcertarme y también, por qué no, reconfortarme.
13 de abril de 2012
La cosa más asombrosa
Esto lleva un ratito dando vueltas por la red, primero como texto y luego como video. Se trata de la respuesda del astrofísico Neil DeGrasse Tyson, un divulgador norteamericano, frente a la pregunta "¿Puede compartir con nosotros cuál es el hecho más asombroso del Universo?".
Lindo ¿no? Como biólogo, yo agregaría algo más: esos átomos de las estrellas comenzaron a asociarse y organizarse hasta transmitir información. Información cada vez más compleja, de la mera copia al metabolismo, a la información interna, a la información sobre el entorno, a la comunicación, a la cultura. Todo un cúmulo de algo absolutamente intangible (e inesperado), creciendo a partir de un juego encastre atómico. No sólo somos polvo de estrellas; somos un vehículo de una información que nos trasciende, que muta a cada momento, y que extiende lo que somos más allá de nuestra piel. De hecho, no conservamos ni uno solo de los átomos que tuvimos al nacer. En cierta forma, somos más información que átomos. Y eso, gente amiga, no deja nunca de asombrarme, desconcertarme y también, por qué no, reconfortarme.
Lindo ¿no? Como biólogo, yo agregaría algo más: esos átomos de las estrellas comenzaron a asociarse y organizarse hasta transmitir información. Información cada vez más compleja, de la mera copia al metabolismo, a la información interna, a la información sobre el entorno, a la comunicación, a la cultura. Todo un cúmulo de algo absolutamente intangible (e inesperado), creciendo a partir de un juego encastre atómico. No sólo somos polvo de estrellas; somos un vehículo de una información que nos trasciende, que muta a cada momento, y que extiende lo que somos más allá de nuestra piel. De hecho, no conservamos ni uno solo de los átomos que tuvimos al nacer. En cierta forma, somos más información que átomos. Y eso, gente amiga, no deja nunca de asombrarme, desconcertarme y también, por qué no, reconfortarme.
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