Amable desconocida, déjame un comentario si lo leés. Va como salió, sin edición. Me dan ganas de hacerlo crecer.
El Norte
Pusieron una antena en el pueblo, el año pasado, y ahora mis viejos me vuelven loco por WhatsApp. Me negué: primero a tener celu y después a tener WhatsApp, pero cuando la operaron a mi vieja de la vesícula, aflojé. Para qué.
Dejo el celu sin cargar, a propósito; pero una vez al día aparezco. Ya, por suerte no me recuerdan el ingreso a Sociología. Se contentan con hablar del Conservatorio, por qué no seguís, te iría tan bien, como Uña Ramos, o Cumbo, los Flores; podrías triunfar en Europa, en Francia adoran el folclore, más está fusión electrónica que hacés vos. Me da un poco de orgullo que digan "fusión" y no "cosa": se puede educar a los padres.
Pero yo no quiero más. Empecé Sociología porque quería entender la sociedad; la cambié por la música porque quise entenderme a mí mismo. No logré ninguna de las dos.
Por eso me vine al Norte, a una sociedad más simple, a hacer música más simple. Dejé las máquinas hace rato, la composición también. Salgo de noche por las peñas y canto Atahualpa. Trato de ser el eco de otro, los armónicos remanentes de una cuerda que ya fue tañida hace tiempo. Pero ahora hay una antena en el pueblo y sé lo que significa: falta poco.
Así que pongo en la mochila unos orejones, un pedazo de carne para llevar de regalo a los coyas del monte y salgo al camino, decidido a ser cada día menos.
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