Le dejo un mononísimo mapa del estado de paz en los diversos países, elaborado por la gente de Vision of Humanity. ¿Qué es ese celeste paliducho en Argentina? A ver si nos ponemos las pilas...
El trato es este: los someto primero a una sarta de perogrulladas y luego van al video. ¿No? Ok, como quieran, sigan adelante que yo haré lo propio.
Una palabra que trato en lo posible de no utilizar es "milagro" cuando se trata de decir cosas como "el milagro de la vida". En su acepción más usada un milagro es un "Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural", según el diccionario Vox. Pero dado que pocas cosas hay más naturales que la vida*, difícilmente puede ser inexplicable por las leyes de la naturaleza. Teístas: absteneos.
Mi palabra favorita para reemplazar al milagro, la que deja lo sobrenatural de lado, es "maravilla". Es tanto, tanto mejor. Para empezar, mientras que el milagro nos deja afuera, mirando sin comprender cómo la deidad de turno hace sus malabares, lo maravilloso nos hace partícipes: nada es maravilloso si no nos maravilla. Y agrego una connotación: a la maravilla hay que saber verla, hay que buscarla; como en los cuentos de maravillas de las Mil y una noches, en los que Simbad u otro viajero sale a descubrir cosas maravillosas.
Por otro lado, no necesitamos que algo sea inexplicable para maravillarnos: desde la Capilla Sixtina a las galaxias, pasando (porqué no) por los relojes de pulsera, todo puede maravillarnos sin ser milagroso. Basta con saberlo ver.
Y resulta que la ciencia en eso de "ver" es muy buena. Tanto por el desarrollo de nuevos tipos de ojos como por el ansia viajera, por las ganas de descubrir. Las ciencias son usinas de descubrir no sólo maravillas, sino nuevas formas de maravillarse. Y entre ellas, la Biología es mi favorita.
Listas las perogrulladas. El siguiente video muestra el desarrollo inicial del dólar de mar (Clypeaster subdepressus), ese tipejo de la foto de arriba**, pasando por sus estadios larvales. Los dólares de mar son equinodermos, primos segundos de las estrellas de mar y primos hermanos de los erizos. El modelo terminado que vemos arriba tiene unos 5 cm de diámetro.
La palabra "maravilloso" no es más que un ridículo cúmulo de fonemas. Véanlo, nomás.
“The internet, in democratizing knowledge, has led a lot of people to believe that it is also possible to democratize expertise.”
O sea:
"La internet, al democratizar el conocimiento, ha llevado a un montón de gente a creer que también es posible democratizar la calidad de experto*"
Y agrega: "Unamos esto con el relativo anonimato que provee Internet, y es un sustrato fértil para embusteros que buscan atención y el fraude con interés de lucro."
Y los dejo, que tengo que ir a leer el blog de la Rímolo.
*la palabra experticia aún me hace rechinar los dientes.
14 de octubre de 2008
Cómo ser tarotista en una fácil lección
Aunque signifique darle publicidad al creído de Criss Angel, aquí va. Si se quedan sin laburo, ya saben...
28 de agosto de 2008
Cita
“Everyone is entitled to his own opinion, but not his own facts.”
o sea:
"Todos tienen derecho a tener su propia opinión, pero no a tener sus propios hechos"
De Daniel Patrick Moynihan (sólo para darle crédito, se me da una higa quien fuera el fulano)
Esta entrada está tan demorada que la tengo pendiente desde enero. Y encima, sobre un tema tan demodeé como el agujero de ozono.
Pero justamente es el aspecto demodeé lo que me interesa. A comienzos de este año me llegó de dos o tres personas la afirmación –rotunda, importantísima– de que el agujero de ozono no existía más. Hostias, y yo sin enterarme. ¿No será que, como ya no es mediático, ya no ocurre?
En fin, que no sé de dónde salio el dato, pero me dio curiosidad. Lo único que pude encontrar fue una noticia de la NASA del año 2000, en la que se habla de una desaparición estacional del agujero de ozono. ¿Será que el titular entusiasta se difundió demasiado? No lo sé, pero de ser así, constituye una nueva muestra del peligro que representan los titulares entusiastas. En todo caso, para enfríar un poco la cosa, en 2005 otra noticia, también de la NASA, advierte que la recuperación del agujero de ozono se dará más tarde de lo que se esperaba inicialmente.
Me parece importante no olvidar la existencia de este problema, ni inducir a un optimismo infundado. El agujero de ozono es un claro ejemplo de la capacidad que tenemos de dañar al planeta, de la capacidad de darnos cuenta de esos errores e incluso de corregirlos. Pero también ejemplifica lo mucho que tarda el planeta en recuperarse de nuestras metidas de pata; algo que tendrían que aprender los que creen que el calentamiento global se arregla en un par de años.
El diseñador Jakob Trollbäck (ilustre desconocido en lo que a mí respecta) se propuso armar un videoclip "sin concepto", dirigido únicamente por la música. Utilizó la canción "Moonlight in Glory," del disco My Life in the Bush of Ghosts, de David Byrne y Brian Eno.
Con un poco de ayuda, la especie podría salir del peligro.
30 de enero de 2008
Nadie muere nunca de superpoblación
Sólo lean y miren la fecha de la cita :( La traducción es mía, sabrán disculpar.
Nadie muere nunca de superpoblación
Aquellos de nosotros que estamos profundamente preocupados acerca de la población y el ambiente -"ecolocos", se nos llama- somos acusados de ver herbicidas en los árboles, polución en arroyos que corren, radiación en las rocas, y superpoblación en todas partes. Hay méritos en esa acusación. Yo estaba en Calcuta cuando el ciclón golpeó Bengal Oriental en Noviembre de 1970. Los primeros reportes hablaron de 15.000 muertos, pero las estimaciones escalaron rápidamente a 2.000.000 y luego bajaron a 500.000. Un lindo número redondo: servirá tanto como cualquier otro, pues nunca lo sabremos con certeza. Los inmobrados que murieron, gente "sin importancia" situada más allá de los límites de la estructura social de poder, no dejaron rastros de su existencia. Los padres pakistaníes compensaron la pérdida de población en sólo 40 días, y el mundo prestó atención a otros asuntos. ¿Qué mató a esas desafortunadas personas? El ciclón, dijeron los periódicos. Pero uno puede decir con igual lógica que los mató la superpoblación. El delta del Ganges está apenas sobre el nivel del mar. Cada año mueren varios miles de personas en tormentas comunes. Si Pakistán no estuviera superpoblado, ningún hombre cuerdo llevaría a su familia a semejante lugar. En términos ecológicos, un delta pertenece al río y al mar; el hombre irrumpe allí a su propio riesgo. En la red de la vida cada evento tiene muchos antecedentes. Sólo por una decisión arbitraria podemos designar a un sólo antecedente como "causa". Nuestra elección está sesgada - sesgada para proteger nuestros egos contra el ataque de las verdades que no son bienvenidas. Como T.S. Elliot lo puso en Burnt Norton:
Sigue, sigue, sigue, dijo el pájaro: la humanidad no puede soportar muy bien la realidad.
Si fuéramos a identificar la superpoblación como la causa de medio millón de muertes, nos estaríamos amenazando con una pregunta para la que no sabemos la respuesta: ¿Cómo podemos controlar la población sin recurrir a medidas repugnantes? Cerramos temerosamente nuestras mentes a todo un inventario de posibilidades. En cambio, decimos que un ciclón causó las muertes, librándonos así de la responsabilidad por estas y futuras catástrofes. El "Destino" es tan reconfortante. Cada año ponemos en la lista a la tuberculosis, la lepra, las enfermedades entéricas o los parasitos animales como la "causa de muerte" de millones de personas. Es bien sabido que la malnutrición está conectada con la superpoblación. Pero la superpoblación no es llamada la causa de la muerte. No podemos soportar el pensamiento. En este momento la gente muere de enfermedades respiratorias en Tokyo, Birmingham y Gary, debido a la "necesidad" de más industria. La "necesidad" de más alimentos justifica la sobrefertilización de la tierra, lo que lleva a la eutroficación de las aguas, y hace bajar la producción de peces - lo que lleva a una mayor "necesidad" de alimentos. ¿Qué diremos cuando se corte el suministro de energía algún lindo verano en la costa este y varios miles de personas mueran postrados por el calor? ¿Culparemos al tiempo? ¿O a las compañías por no construir suficientes generadores? ¿O a los ecolocos por insistir con los controles de contaminación? Una cosa es segura: no culparemos a la superpoblación. Nadie muere de superpoblación. Es impensable.
Garret Hardin, University of California, Santa Barbara Science, New series, Vol. 171, 3791 (Feb 12, 1971), 527.
4 de enero de 2008
MERDE!
¿Podré sentarme alguna vez a escribir el próximo artículo "largo"?